Una escuela centrada en cada niño, que respeta la individualidad. Transformado la escuela 1/10


Una escuela centrada en cada niño, que respeta la individualidad.
Transformado la escuela 1/10

A través de 10 artículos quiero invitar a la reflexión sobre si lo que se hace tradicionalmente en la escuela es lo más adecuado para el niño y la niña. En estos artículos, en los que iré abordando diferentes temas, me gustaría poder ofrecer una mirada que invite a transformar la escuela tradicional en una escuela centrada en los niños y niñas, una escuela centrada en sus necesidades reales.
Feliz lectura, Laura Estremera.



En este primer artículo voy a centrarme en la individualidad de cada niño y de cada niña, ya que estos, igual que los adultos, son diferentes. Cuando pensamos en los adultos aceptamos fácilmente que todos somos diferentes, que nuestros gustos, nuestras necesidades… no tienen por qué tener nada que ver por el hecho de haber nacido en un mismo año.

Los niños y las niñas también tienen intereses y necesidades diferentes, lo que hace que unos se sientan motivados por una cosa y otros, por otra.

Sus ritmos son diferentes, es decir, por tener la misma edad cronológica no significa que necesiten aprender lo mismo, el desarrollo es una secuencia.

Los tiempos de cada niño y cada niña son distintos, así que unos necesitarán más tiempo y otros menos para alcanzar los aprendizajes, para concentrarse, para permanecer en una actividad, para cambiar de actividad…

Y en la escuela ¿se tiene en cuenta lo que os acabo de contar?
En la escuela tradicional generalmente:

-          Se ofrece a todos lo mismo, es decir el mismo contenido: la lección, la ficha que toca…

-          En el mismo momento, no sólo el mismo día, sino que se debe de realizar a la vez, no sólo no se tiene en cuenta que cada persona puede tener una necesidad diferente en un mismo momento, sino que se cree que por el hecho de estar en el mismo espacio, el aula, y haber nacido el mismo año, pueden alcanzar el mismo contenido el mismo día y en el mismo momento. Como cada niño y cada niña tienen ritmos diferentes, que realmente se dé esta situación es bastante improbable, lo que genera que muchos niños y niñas no estén preparados para alcanzar esos aprendizajes y haya que repetir los mismos contenidos una y otra vez, curso tras curso; que otros ya los hayan adquirido y por lo tanto se aburran, “se porten mal”, se desmotiven… y que unos pocos, adquieran realmente los aprendizajes de una forma significativa.
  
-          Y además se ofrece la lección, la actividad, el contenido… durante el mismo tiempo, pero como ya hemos visto más arriba, los tiempos de cada niño y de cada niña, son diferentes.

-          Y esto no acaba aquí, porque las lecciones, las actividades, el contenido que se quiere enseñar, lo elige el adulto sin tener en cuenta a los alumnos reales, las necesidades que estos muestran, su motivación, su momento actual… porque generalmente estas lecciones ya están preparadas de antemano en una programación que se prepara al inicio de curso ¿cómo va a ser posible saber lo que necesitarán los alumnos en febrero?, ¿y en junio?, a veces incluso, no se conoce al grupo de alumnos y se programa con alumnos hipotéticos… otras veces, es el libro de texto el que decide qué se imparte en cada momento.


La escuela tradicional no se centra en cada niño y en cada niña, en su individualidad, no se ajusta al desarrollo real, en cómo aprenden, porque es imposible que todos los niños y niñas necesiten lo mismo sólo por el hecho de asistir a la misma escuela, convivir en una misma aula y haber nacido en un mismo año.

Suele ser habitual hablar de desmotivación por la escuela y de técnicas para incrementar la motivación, pero lo cierto es que los niños y las niñas están deseosos por saber, por aprender, por tocar, por hacer… pero siguiendo sus necesidades reales. Todos los niños están motivados para aprender, pero esa motivación debe de nacer del propio niño.
Tener que aprender algo cuya motivación para hacerlo es extrínseca, que viene de fuera, que no les interesa, que no necesitan, que no se ajusta a su desarrollo evolutivo, “porque sí”, “porque toca”, “para aprobar”, “para que no te castiguen”…  suele generar que pierdan poco a poco el interés natural por aprender, su curiosidad, que dejen de escuchar su propio deseo, que poco a poco, se apaguen.
En cambio, cuando respetamos su motivación intrínseca, los aprendizajes que se adquieren son significativos, son reales, sin tener que repetir lo mismo curso tras curso.


¿Qué se puede hacer?

-En primer lugar, cambiar la mirada hacia la infancia, tener en cuenta cómo aprenden realmente (tema que abordo en el artículo 2/10 de esta misma serie) tomar conciencia de que la escuela tradicional transmite conocimientos como si los niños y niñas fueran simples receptores de información, olvidando las necesidades reales.

-Cambiar la metodología y tomar conciencia del papel del aula como espacio de aprendizaje (temas que abordo en los artículos 3/10 y 5/10 de esta misma serie)

-Cambiar el rol del maestro, de un transmisor de información a un acompañante de los aprendizajes (tema que abordo en el artículo 4/10 de esta misma serie)


Ofrecer a todos lo mismo y en el mismo momento, no respetar la individualidad, rompe con el principal objetivo de la escuela que debería ser favorecer el aprendizaje.


Laura Estremera Bayod

Maestra de audición y lenguaje, Educadora infantil y Psicomotricista.
Autora del blog Actividades para el primer ciclo de educación infantil, del libro CRIANDO (de descarga gratuita) y del libro SER NIÑOS ACOMPAÑADOS.

Si quieres profundizar en el tema, puedes hacerlo a través de mi libro Ser niños Acompañados, disponible en versión digital y en papel:


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