El aula como espacio de aprendizaje

Hace más de medio siglo que sabemos que los niños no son recipientes que llenar, hoy en día la ciencia ha demostrado que los niños se construyen a sí mismos. Por lo tanto la función del maestro,  la  del aula y la de la escuela en general debería ser diferente a la de la escuela de hace más de medio siglo. Hoy sabemos que los niños no son simplemente receptores de información y que el adulto no es el que sabe todo y debe transmitir los conocimientos, pero ¿en cuántas escuelas se sigue trabajando de esta forma? Y lo que es todavía más grave ¿en cuántas escuelas infantiles no se tiene en cuenta las características propias de los primeros años?


Teniendo en cuenta esta mirada hacia los pequeños, este respeto hacia el desarrollo, el papel del aula debe de ser diferente, partiendo de un RESPETO por los niños, en todos los aspectos (de poco sirve un ambiente de libre circulación si se grita a los niños, se les castiga, se les dirige… podéis leer más sobre el “postureo” educativo, aquí)

Sí aceptamos que cada niño es único deberemos de respetar esa individualidad en las propuestas que hagamos, sabemos que los niños aprenden jugando (cuando el juego es libre), que aprenden siguiendo sus necesidades, que aprenden por su curiosidad, su motivación, su emoción, su deseo… por lo tanto deberemos ofrecer diferentes propuestas al mismo tiempo para que cada uno pueda centrarse en lo que necesita.


El ambiente deberá ser estético, neutro, calmado, sin sobrecargas ¿realmente es una necesidad de los niños llenar todo de colorines?, ¿Y las paredes llenas de posters, murales, plastificados?, ¿por qué parece que en la escuela “todo vale”?

Favorezcamos que los elementos estén a su alcance, no tiene por qué haber muchos, pero deben de estar pensados ¿por qué ofrecemos esto?, ¿qué favorece? De forma que, todo lo que está en el aula sirva para aprender. Dando prioridad a los elementos naturales, entre ellos, las plantas.


El movimiento debe de estar presente en las aulas ¡los niños se mueven continuamente! Lo necesitan. Para un niño, sea pequeño o mayor, no es natural estar horas sentado en una silla, necesitan levantarse, moverse, poder elegir qué hacer, dudar, tomar decisiones… y si además son pequeños la necesidad de movimiento es todavía más evidente. Preparemos espacios dentro del aula que lo favorezcan y si ya, el aula está conectada con el exterior, mucho mejor.

Y de la misma forma que el movimiento es importante, también lo es el descanso, podemos ofrecer zonas calmadas que nos inviten a tumbarnos, a relajarnos y si lo necesitamos,  echar una cabezada, como un rincón de lectura.


Sabemos que los niños aprenden jugando, pero cuando el juego es libre, el juego libre debe ser prioritario en las aulas, elaboremos propuestas y elijamos materiales que favorezcan los aprendizajes que están demandando.


Los peques se expresan de múltiples formas, entre ellas, de forma artística, favorezcamos espacios donde estén presenten diferentes materiales que lo permitan: pizarras, pinturas, masas…


¿Y sobre la autonomía?
Todas las propuestas que estoy mencionando favorecen ir adquiriendo una progresiva autonomía.
Es importante dejar espacio a escuchar al propio cuerpo ¿es necesario que todos los niños almuercen al mismo tiempo o cada uno puede hacerlo según su necesidad?, ¿se puede beber agua cada vez que tienen sed? Para ello habrá que buscar la forma adecuada de dispensar el agua, colocar los vasos a su altura… de forma que no tengan que esperar al momento que el adulto establece.


Y si se cae el agua, que es parte del aprendizaje, podemos ofrecer también formas de solucionarlo.


Que el baño se encuentre en el mismo espacio también favorece que se pueda hacer uso del mismo cuando lo necesitan y no según los tiempos marcados (porque “nos vamos al patio”) Por supuesto que no se sienta a los niños al wc para enseñarles, si queréis leer más sobre el control de esfínteres, os dejo información aquí. Sí el baño está en el aula y permite la visibilidad de esta, tampoco hay mayor problema por cambiar pañales mientras cada niño está en su actividad.

¿Y el adulto qué hace? Sobre todo acompañar a cada niño/a, observar, facilitar materiales, elaborar propuestas, organizar el ambiente… respetando la individualidad de cada uno/a, teniendo en cuenta el hecho de que tener una misma edad cronológica no significa que todos tengan que hacer lo mismo y a la vez, como pensaba la escuela de hace más de medio siglo.

Laura Estremera Bayod

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