El aula como espacio de aprendizaje. Transformado la escuela 3/10

A través de 10 artículos quiero invitar a la reflexión sobre si lo que se hace tradicionalmente en la escuela es lo más adecuado para el niño y la niña. En estos artículos, en los que iré abordando diferentes temas, me gustaría poder ofrecer una mirada que invite a transformar la escuela tradicional en una escuela centrada en los niños y niñas, una escuela centrada en sus necesidades reales.
Feliz lectura, Laura Estremera.



Después de los dos artículos previos en los que he abordado el respeto a la individualidad y cómo aprenden realmente los niños y las niñas, nos habremos dado cuenta de que tener en cuenta estos dos aspectos en un aula, tal y como entendemos lo que es una aula en una escuela tradicional, con sus mesas y sillas como protagonistas del espacio y orientadas hacia la pizarra y mesa del profesor, es sumamente difícil de llevar a cabo.

Y es que, debemos de tener en cuenta que el aula no son simplemente cuatro paredes en las que permanecer, cuatro paredes que limitan el lugar donde se da la lección… el aula es un maestro más.
Dentro del aula, entendiéndola como un ambiente de aprendizaje y no como un simple espacio en el que se reúne un grupo de edad, es donde los niños y niñas encuentran diferentes propuestas ajustadas a sus necesidades. Es decir, dentro de una misma aula, encuentran diferentes espacios con diferentes materiales y propuestas, no hay una única actividad para todo el grupo, sino varias al mismo tiempo, de esta forma se puede dar respuesta a las diferentes necesidades de los diferentes niños y niñas, respetando esa individualidad de la que os hablé en el primer artículo.

Cuando tomamos conciencia de cómo la organización del ambiente puede favorecer el aprendizaje teniendo en cuenta cómo aprenden los niños y niñas, nos damos cuenta de que las mesas y sillas que tradicionalmente ocupan un lugar central en el aula pueden retirarse en gran medida, puesto que otros espacios asumen protagonismo: el suelo con alfombras en las que poder jugar, leer, utilizar materiales… además los niños pequeños suelen estar más cómodos en este que sentados en sillas ya que necesitan moverse continuamente.

Entendiendo un aula como ambiente de aprendizaje se rompe con la idea de un tiempo para cada asignatura, de hecho, los niños son una globalidad y somos nosotros los adultos los que intentamos dividir el conocimiento, la realidad y el aprendizaje de forma artificial. En un ambiente es importante crear espacios en el aula con estanterías o muebles con materiales y propuestas para que cada niño pueda utilizarlas libremente y alcanzar los aprendizajes de una forma significativa. 
Si se quiere respetar la idea de asignatura, estos espacios pueden estar divididos por asignaturas, existiendo un espacio con unos materiales y propuestas para lengua, para matemáticas o lo que se considere necesario.
La idea es que en cada espacio los niños y niñas encuentren propuestas ricas, atractivas, variadas para que puedan llegar a un mismo aprendizaje desde diferentes caminos, construyendo cada uno el suyo, el que necesita 

¿habéis pensado de cuántas formas se puede aprender a multiplicar y cómo solemos quedarnos en la memorización de las tablas y en el aprendizaje mecánico?

Pero para poder ofrecer propuestas variadas que se realizan al mismo tiempo y diferentes formas de alcanzar un mismo aprendizaje, el maestro o la maestra debe de conocer diferentes materiales, pedagogías, ser flexible, creativo, tener capacidad de escucha, de observación, de registro, de evaluación… aspectos que no suelen tenerse tan en cuenta en la escuela tradicional.

Por supuesto, en un ambiente de aprendizaje, teniendo en cuenta cómo aprenden los niños y niñas y el respeto a la individualidad, estos no tienen obligación de recorrer todos los espacios y propuestas porque pueden alcanzar los contenidos a través de diferentes materiales. Ni tienen que recorrerlos en un orden determinado, ni durante un tiempo pautado
Si se pauta un tiempo para atravesar los diferentes espacios, no se ajusta al deseo real, a la necesidad real, a la individualidad… y no nos olvidemos de que si un niño o niña necesita permanecer más tiempo que el resto realizando una actividad no es por capricho, es porque lo necesita.

¿Qué favorece organizar el aula de esta forma?

Por un lado adquieren los aprendizajes escolares desde un deseo real, desde una motivación real, en el momento que están preparados para adquirirlo, de una forma significativa y no de una forma superficial en la que hay que repetir y repetir constantemente los mismos contenidos.
Además favorece que los niños y niñas adquieran capacidad de decisión, de gestionar su tiempo, de observación entre ellos, de ayudase los unos a los otros.

Por último, un aula como ambiente de aprendizaje, debe de ser un lugar agradable, estético, sin un bombardeo constante de información a través de posters, murales…

En primer lugar porque los niños y niñas no aprenden de forma pasiva de forma subliminal a través de lo que colgamos en las paredes como pudisteis leer en el segundo artículo de esta serie. 
En segundo lugar porque la escuela debería de ser un lugar agradable donde apetezca permanecer y querer volver. 
Y en tercer lugar porque el exceso de color, de objetos… molesta para que cada uno se pueda concentrar en su propia actividad.


Laura Estremera Bayod

Maestra de audición y lenguaje, Educadora infantil y Psicomotricista.
Autora del blog Actividades para el primer ciclo de educación infantil, del libro CRIANDO (de descarga gratuita) y del libro SER  NIÑOS ACOMPAÑADOS.


Si no quieres perderte nada, puedes seguirme por las redes sociales:

Imagen de portada de la jornada “Senderos, Escuelas que acompañan”


 Si sueñas con un cambio educativo, comparte esta entrada para que la información llegue a muchas familias y escuelas.