¿Por qué no CASTIGAR en el aula?

¿Por qué no castigar en clase? ¿Por qué no utilizar el rincón de pensar? ¿Qué hay de malo?

Ya en los años 50, se demostró que las ideas conductistas tenían muchas limitaciones, pero en cambio las seguimos utilizando en nuestras aulas, viéndolas en la televisión, enseñándose como técnicas de modificación de conducta en las carreras de magisterio y  aplicándolas con nuestros hijos…
El conductismo, es aquel que en resumidas cuentas nos enseña a imponer un castigo o quitar un privilegio cuando el niño hace algo mal (castigar en el rincón de pensar, dejar sin su juguete favorito, acostarse sin cenar, dar un cachete… existen múltiples variedades) o dar algo bueno, un premio, cuando el niño hace algo bien, (Comprar un juguete, una pegatina, un dulce…)
¿Y cuál es el problema exactamente?
Pues respecto al castigo, que está demostrado que cuando se aplica No sirve para coger “odio” a la conducta que lo ha originado, que es lo que se pretende, sino que a lo que se le coge aversión es a la persona que lo aplica… Es decir, que si castigamos a un niño porque muerde, no va a coger manía a la acción de morder, sino a la persona que lo ha castigado… entonces ¿para qué sirve el castigo?  Yo no quiero que mis alumnos ni mis hijos me odien, quiero ser una figura de referencia para ellos y que se comporten “bien” sabiendo qué se debe y qué no se debe hacer.
Y por no hablar de cuando el castigo se convierte en reforzador porque el niño recibe más atención portándose mal (aunque con ello se lleve un azote) que sin hacer esa conducta.
Los primeros trabajos sobre el castigo (Thorndike, 1932; Skinner,1938; Estes 1944; concluyeron que “su capacidad para reducir la conducta era reducida y poco estable en el tiempo”. Más de 30 años después, otros autores (Church, 1963) defendieron que  “con los parámetros adecuados la conducta podía ser suprimida, pero que si no se controlaban esos parámetros la supresión podría no ser total y/o reaparecer la conducta en el futuro”. Y estos son los autores del conductismo, sus “creadores” y ya nos hablan claramente de las limitaciones pero luego cualquiera aplicamos el castigo como sin conocer esos parámetros y creyendo que va a ser milagroso y la solución a todos los problemas. (Dejemos la aplicación de los “parámetros adecuados” a los expertos en el tema.)
. Por no hablar de los efectos colaterales no deseables que conlleva el castigo: ansiedad, conducta agresiva, neurosis… También el ambiente puede convertirse en ansiógeno, y yo desde luego, no quiero un aula que provoque ansiedad a mis alumnos.
Respecto a los premios, pues estamos ante un arma de doble filo… No estaremos ensañando que deben hacer tal conducta porque realmente así lo siente, sino por el premio. Harán una ficha porque luego hay un regalo y no porque disfruten con la actividad en sí, comerán porque tienen un gomet y no porque hay que alimentarse y saciar la necesidad de hambre…
¿Y qué pasa el día que no les demos premio? ¿Habrán adquirido la conducta? Pues puede ser que al principio la conducta se mantenga, o incluso aumente (esperando la recompensa) pero en el momento que vean que no se administra, lo normal es que la conducta disminuya.
¿No será más lógico enseñar a hacer las cosas por el motivo real? “No debes hacerte pipi encima porque te mojas y hay que cambiarte de ropa”, no porque “así ganarás un premio”. De esta forma solo conseguiremos que la motivación la vean como algo extrínseco, algo que ellos no pueden modificar. Y la motivación para realizar algo precisamente debe venir “de dentro” que vean que su conducta tiene unas consecuencias reales. “si no me hago pipi, no me mancho y me siento orgulloso”,”hago un dibujo porque me queda bonito y disfruto con la actividad”.
Una solución a este problema, podría ser aplicar un refuerzo intermitente… “Ahora te doy una chuche y las cuatro siguientes veces, no. Después vuelvo a premiarte 3 veces seguidas…”
Así el niño mantiene la conducta aunque sólo sea a la espera de su premio… Pero es que resulta que no somos palomas, ni gatos, ni ratas (que es con lo generalmente se investiga en este ámbito) somos humanos y el ser humano nace desvalido, con período extrauterino más largo que otros animales y con una necesidad vital de ser atendido por otros seres humanos, los niños necesitan apegarse a los adultos de referencia, primero para su supervivencia, para poder explorar el entorno y sobre todo, para crean un vínculo seguro. Ese adulto o adultos de referencia, deben darle amor incondicional ( No” ahora sí, y hasta dentro de tres intentos, no”) Entonces ¿cómo va  esa figura de apego a desarrollar  un apego seguro si no tiene una disponibilidad? ¿Si unas veces actúa de determinada manera y otras de otra? Así que por esta parte… Vuelve a desmontársenos la teoría conductista.

Y no se nos olvide algo muy importante que nos diferencia de los animales, nuestro sistema cognitivo. Aunque en principio pueda parecer que podemos adquirir y extinguir conductas igual que lo hace una paloma… No es así, nosotros no actuamos por necesidades, los seres humanos tenemos hambre y no entramos a “Mercadona” y nos comemos 2 manzanas, ni tenemos ganas de orinar y nos hacemos pis encima, delante de todo el mundo porque notábamos la vejiga llena, y si nos gusta alguien, no nos ponemos a copular en medio de la calle…
 Pues no pretendamos aplicar las mismas técnicas con nuestros alumnos e hijos. (Porque lógicamente lo vemos absurdo al aplicarlo con adultos, imaginaros una mujer diciéndole a su marido: “hoy se te ha olvidado hacerme una perdida al llegar al trabajo, no vas a ver la televisión después de cenar”).
En nuestro caso, al ser seres sociales nos regimos por unas normas sociales, unos valores… que no tienen los animales. Pero a la hora de castigar o premiar ¿Usamos los mismos métodos?
Es muy triste, que desde carreras relacionadas con la educación, por un lado, en unas asignaturas se enseñe qué es el conductismo y se diga que tiene grandes carencias por las cuales siguieron otras corrientes… Y que por otro lado, casi todas las formas de modificar la conducta que se enseñen sean conductistas (time out, economía de fichas…) ( y hablo por propia experiencia, en mi caso: un grado superior, magisterio, psicopedagogía, psicología… y en todas se repitan las mismas técnicas: tiempo fuera, retirada de atención, economía de fichas…)
¿Y qué pasa cuando accedes como profesional a un aula? Que se vuelven a cometer los mismos errores, que es lo que te han enseñado “a medias”: silla de pensar, un gomet porque lo has hecho muy bien… ¿Y qué decir de la Tv? Cuántos padres seguirán los consejos de Super Nanny?
Pero claro, esto no significa que no debemos enseñar a nuestros pequeños, pero deberemos buscar alternativas a lo que se nos ha enseñado con “fuego” que es la educación. Al fin y al cabo, como dice Rosa Jové: "El Castigo es un fracaso del educador” Porque un educador que realmente supiera transmitir valores y normas no debería tener que castigar… Así que buscaremos nuevas alternativas basadas en la comprensión de nuestros pequeños y en cómo funcionan sus cabecitas…
Sí te ha gustado el tema y quieres saber más, no te pierdas los próximos artículos en www.actividadesparaguarderia.blogspot.com

Si te ha gustado, sigue la página de facebook
Laura Estremera

Pellón, R; Miguens, M;  Orgaz, C; Ortega, N; Pérez, V;(2014) Psicología del aprendizaje. Uned
García, J.A; Delval, J. (2010) Psicología del desarrollo I. Uned

Jové, R. (2011) Ni rabietas ni conflictos. La esfera de los libros.